Maquinación para alterar el precio de las cosas… en el Arte

Resulta imposible purificar lo que se ha contaminado con todo tipo de corrupción. O tiene lugar una profunda catarsis, o no hay manera. También en la Cultura y el Arte. Mejor pongamos varios ejemplos para ilustrar de qué hablamos.

UNO: Un artista desea hacer carrera rápido. Tiene familia influyente y amigos poderosos. Se hace artista vinculado a determinada entidad o promotor, a quien devuelve la promoción recibida con favores en los medios de comunicación, con invitaciones a actos “selectos” para codearse con gente influyente institucionalmente o de posibles, etc. Esa sinergia, fácilmente, tendrá éxito ¿Qué demuestra esto? Nada, pero se da con frecuencia y lanza a creativos quizá hasta donde su arte no los hubiese llevado nunca, o sí, jamás lo sabremos.

DOS: Tirar de la filiación o simpatía política para ser seleccionado, digitalmente, a efectos de que su obra protagonice o coprotagonice exposiciones en salas institucionales (y de algunas entidades privadas sin ánimo de lucro, pero con ánimo de barrer para casa). Un ejemplo más de cómo se puede prosperar gracias a que nuestro estado democrático de derecho, más que imperfecto, es contrahecho.

TRES: Gozar del “favor” de la crítica. Hay crítica honrada y otra vinculada al pufo, desde la tradición al respecto generada en el siglo pasado. Así funciona: yo escribo o hablo bien de ti y sube tu cotización, luego repartimos beneficios. Por no mencionar algunas de esas críticas que adornan las creaciones de las que tratan con epítetos absurdos, comentarios incoherentes, salpimentan con citas de escritores, filósofos y otros pensadores (a ser posible de nombres exóticos y de moda), etc. Todo ello, en teoría, para “explicar” una obra; en la práctica, para maravillar paletos y sacarles los cuartos. Este sistema, afortunadamente, está en franca y rápida decadencia por repulsión olfativa de la jugada.

CUATRO: Gozar del favor de los medios de comunicación. Últimamente, no en todos los casos pero sí en demasiados, equivale al artista que “las pone” para aparecer en secciones de religioso pago ¿Qué demuestra esto? Que el autor dispone de pasta, o sus promotores, o que es un iluso y piensa que así venderá más.

CINCO: Procesos estrambóticos. Como aliarse con un elemento bien colocado en la administración, montarse de pronto una empresa de promoción de arte, organizar un evento a coste cero en un ámbito institucional pero, simultáneamente, vender las obras que forman parte del evento. Si logras vender algo, beneficio neto (menos la comisión del conseguidor, suponemos). Esto está bastante pasado de moda pero se sigue dando.

SEIS: Jugar con las colecciones. Me cuenta un buen amigo y galerista experimentado que, debido al estado actual de las cosas económicas, le llaman ofreciéndole obras de autores reputados a precio de saldo. Pero si las obras de un autor han sido recogidas en un museo propio al que da su nombre, suben precios (o subían), incluso si esa obra llega al centro expositivo donada gratuitamente. Para quienes no lo sepan, en otro tiempo se donaron ciertas colecciones de arte no ya para revalorizar la cotización de las obras del artista o artistas, sino especialmente para tener una excusa y crear así la necesidad de construir un edificio que albergue la colección (pelotazo ladrillero) y generar sinecuras de relumbrón para algún amigo.

SIETE: Un proceso similar al anterior, pero apoquinando abundantes dineros públicos para comprar la colección artística. Negocio de escasa rentabilidad social presente y futura y, casi siempre, de elevado gasto.

OCHO: La sacralización de lo vano. Visité con mi esposa la exposición “Rubens, Brueghel, Lorena. El paisaje nórdico en El Prado”, en La Lonja zaragozana, y allí nos encontramos con un periodista televisivo ya jubilado que posee una gran inquietud cultural. Viendo las pinturas nos dijo: hay cosas que son, evidentemente, Arte, pero hoy día hemos llegado al esperpento de que coge un individuo, se sube al monte entre las cabras, da un soplido a una trompetilla de feria, dice que es arte y todo el mundo tiene que considerarlo así desde ese momento, maravillarse y comentarlo con veneración. Pues sí, tiene razón, pero como alguien le vea rentabilidad económica al trompetazo y se lance a promoverlo dotándolo de místicos significados…

Y, sin ánimo de ser exhaustivo, termino esta brevísima clasificación realizada con afán pedagógico, que quizá no siente bien a alguno. Y eso que no hemos dado ni un solo nombre, dato o circunstancia concreta, convirtiendo nuestro texto en un arcano mistérico para muchos que lo lean, transparente totalmente sólo para iniciados. Seguro que volvemos a pasear por este paraje ornitológico pero nombrando los pájaros y elaborando su taxonomía.

Este artículo ha sido publicado en el nº 133 de la revista digital El Pollo Urbano, que vio la luz el pasado 4 de marzo.

Autorretrato de Van Gogh en la prisión de locos:

Blog El Pollo Urbano 133

3 Respuestas a “Maquinación para alterar el precio de las cosas… en el Arte

  1. Bueno,, el tema da para mucho mas ,, pero un factor muy importe y a tener en cuenta , son los denominados comisarios de exposiciones y eventos varios ,, a si como los critico de arte y las revistas especializadas en estos temas ,, que marcan tendencias o criterios a la libre arbitrariedad del critico de arte de turno

  2. Totalmente de acuerdo con este articulo . todo eso y mucho mas que se podría decir sobre la parte mafiosa del arte. Yo siempre digo que , ¿donde esta el criterio propio de las personas , al margen de modas y otras influencias sociales…? eso es lo importante….

  3. eso del seis/siete no sé, no sé, cercano hete aquí que me parece…

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